Documento sin título

Por Mariana Ripoll

Empiezo a escribir con algunas ideas mezcladas, sin la menor intuición de cómo le voy a poner a este texto. El título a veces es lo primero que sale y facilita mucho porque, en mi experiencia, saberlo o tener una idea de cómo va a ser, es saber de antemano al menos el concepto central de lo que queremos decir o contar. Así que por ahora esto es un “documento sin título” que espero vaya tomando forma y sentido en los próximos párrafos.

Lo que tengo más a flor de piel es incredulidad. Más allá de si esta situación tan mundial como el 80% del planeta y tan local como nuestras diferentes modalidades de cuarentena está o no justificada (muchos dicen que otras gripes más mortales no tuvieron tanta prensa y con esa premisa se puede crear mucha teoría “conspiranoica”), me impacta estar viviendo todos los días algo más parecido a un guión de ficción que a lo que veníamos llamando realidad. Me resulta muy fuerte estar pudiendo constatar el impacto económico, social y emocional que una pandemia tiene hoy, ahora, acá.

No voy a negar que como buena taurina de Sol, trabajar en chancletas o tirada en la cama es lo más parecido a la panacea que puede existir ahora, pero como decía Anna Pignataro en su artículo, no dejo de ver cómo esto nos está afectando a todes. Creo que siempre nos iba a agarrar desprevenidos porque en el fondo no pensábamos que de verdad fuera a pasarnos a nosotros (mmm…el egooo…). La diferencia es que efectivamente, está pasando ahora y no podemos evitar preguntarnos cómo seguirá, cómo seguiremos. 

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El día que vuelvan los abrazos

Foto: Ballet Nacional del Sodre
Por Danilo Urbanavicius

Es habitual explicar los fenómenos artísticos- culturales desde la perspectiva escénica, es decir, de lo que ocurre sobre el escenario o desde la obra de arte, descuidando y desatendiendo la importancia del público. En tiempos de crisis, ha quedado demostrado que, de no existir el público, el arte podría correr el riesgo de esparcirse como arena entre los dedos. El siguiente artículo se propone reflexionar, y a su vez provocar, sobre la importancia del público en el arte y también reflexionar sobre el rol que tendrá la cultura y la gestión cultural “el día que vuelvan los abrazos”. A su vez, pretende colaborar en la difusión y consolidación de Gestión Cultural UY, proyecto que cobra más que nunca su sentido de ser.

Hackers, go home

El 25 de agosto de 2015 nace Gestión Cultural UY: “un sitio web que tiene como objetivo fomentar un lugar de encuentro y reflexión en torno a la gestión cultural”. En un ecosistema cultural donde la reflexión resulta indispensable, este proyecto cobra sentido y es para muchos de nosotros una especie de faro. Pocos meses atrás un «troyano» hackeó este blog poniendo en riesgo los innumerables artículos y reflexiones vertidos en él. Hoy, luego de que expertos en programación dejaran nuevamente activo este proyecto que Cinthya Moizo- colega y amiga a quien aprecio, admiro y respeto- construyó con paciencia, perseverancia, esmero y militancia. Por esta razón es que con mucha alegría y regocijo vuelvo a escribir algunas líneas. No solo por el hecho de reflexionar, sino con el objetivo de colaborar con la construcción de Gestión Cultural UY, herramienta indispensable para el desarrollo de esta disciplina que tanto nos apasiona: la Gestión Cultural.  

La muerte del arte

En el transcurso de la historia hombres y mujeres tuvieron cierta fascinación, o tal vez la necesidad, de vaticinar el final de las cosas. Desde el fin del mundo con Nostradamus y el Armagedón, pasando por Cometa Halley, hasta cuestiones menos catastróficas como el fin del cine a raíz de la aparición de la televisión; y así podríamos seguir enumerando ejemplos y decir que, con cada invención otra desaparecería o por lo menos quedaría en jaque. No habría razón entonces para que el arte quedara salvaguardado de cuestiones apocalípticas y librado de este fenómeno. Es así que con el tiempo el arte se haría acreedor de una teoría que nos relataría cómo sería su fin. Fue el filósofo estadounidense, Arthur Danto, en su polémico artículo “El final del arte”, quien dejó plasmada esta idea. Danto sostenía que “el arte ha muerto”. ¿Pero qué significa esto? 

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