Llegó un momento en el que ni hablar fue posible

Foto: Agencia Camaratres – Centro Municipal de Fotografía
Por Danilo Urbanavicius

Las últimas declaraciones realizadas por el director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo, y del ministro de Defensa, Javier García, respecto a diferentes sucesos ocurridos durante la dictadura cívico militar en nuestro país, nos obliga como ciudadanos a solicitar, en ambos casos, información que contengan en su poder, que arrojen luz sobre estos hechos y que contribuyan a reconstruir nuestra historia.

Durante la dictadura cívico militar (1973-1985) se escribieron las páginas más oscuras y dolorosas de nuestra historia donde se produjeron heridas y cicatrices que aún permanecen abiertas. A los asesinatos, secuestros, torturas y desapariciones, aún no esclarecidos por la justicia, se le suman la prohibición, entre otros derechos, de los derechos de libre expresión. Ya sea a la ciudadanía, a los medios de comunicación y a los artistas, generando, en este último caso, lo que se denominó el “apagón cultural”.

Solo por citar un ejemplo, La Biografía de Alfredo Zitarrosa, escrita por Guillermo Pellegrino (2013), refleja la censura que sufrieron artistas de la talla de Zitarrosa y otros integrantes del cancionero popular, así como las penurias y las desgracias que los llevaron a exilio.

Por cinco años estuve impedido de presentarme en recitales y vi marcharse por presiones políticas a unos, por razones económicas a otros, a muchos de los artistas de nuestro gran movimiento de la canción popular. Al principio, me entrevistaba alguna de las pocas estaciones de radio que podía hacerlo y difundía que yo estaba en Montevideo tomando mate. Era muy significativo, pero llegó un momento en que ni hablar fue posible. (p.113).

Sostener que «la dictadura en Uruguay también tuvo sus programas de apoyo a la cultura», y manifestar que “el teatro independiente uruguayo tuvo un florecimiento y una ebullición gigantescos”, tal como Trujillo aseguró en una actividad de la Fundación Mario Benedetti el pasado 12 de mayo, configura una mirada discutible con los hechos ocurridos y merecen, por lo menos, una aclaración y profundización de estos conceptos.

¿Cómo puede sostenerse que el teatro independiente tuvo un fortalecimiento y una ebullición cuando, por ejemplo, “durante la década del 70 las obras de “El Galpón” fueron estrenadas en medio de amenazas, atentados de bandas parapoliciales, detenciones de los actores por la policía e interdicciones para algunos de ellos? 

¿Cómo puede fortalecerse una institución teatral luego de haber sido ilegalizada por decreto el 7 de mayo de 1976, de haber disuelto su elenco, de haber confiscados sus bienes y prohibido toda su actividad teatral y cultural a sus integrantes?

Lo que sí es innegable y comprobable es que: si existió una ebullición del teatro independiente y de la música popular, a pesar de las prohibiciones, persecuciones y censuras, no fue por las políticas culturales impulsadas por la dictadura, sino por la ciudadanía que veía en el movimiento cultural una forma de resistencia y se sentía identificada en sus letras o en sus puestas en escena. El sentir artístico era correspondido por el sentir social y viceversa. Ambos configuraban una forma de resistencia. 

Para quienes compartimos que 

las políticas culturales en general se orientan por su principio constructivo, en particular en lo que se refiere a programas de acción cultural dirigidos al público […] y que […] estos programas insisten no sólo en el aspecto ético (entendido como aquello que une a las personas y a los grupos) sino también a los tópicos morales específicos y en los llamados valores positivos, como el bien, la felicidad o la construcción del colectivo, (Teixeira Coelho, 2009. p. 76), declaraciones como las de Trujillo son inaceptables. 

La búsqueda de la verdad muchas veces se ve coartada por declaraciones de actores relevantes de nuestra sociedad que no solo faltan a la verdad, sino que contribuyen a la configuración de nuevos relatos que minimizan lo ocurrido y transgiversan los hechos.

Por lo cual, si el ministro García tiene en su haber información y pruebas sobre que el Partido Comunista del Uruguay apoyó la dictadura cívico militar, sería deseable que las presentara a las autoridades correspondientes. Mientras tanto, debería ocuparse por obtener información que se encuentra en la órbita de su cartera que colaboren en esclarecer varios delitos de lesa humanidad cometidos durante el régimen militar.

Y si durante el régimen dictatorial se impulsaron políticas culturales que favorecieron el desarrollo del teatro independiente u otras disciplinas artísticas y culturales, sería bueno conocerlas, en un ámbito de diálogo y respeto, para colaborar en la construcción de nuestra rica historia cultural.

Mientras tanto, sería deseable, más allá de las ratificaciones por lo dicho, escuchar las aclaraciones y, sobre todo, las disculpas del caso.

Danilo Urbanavicius: Licenciado en Gestión Cultural por la Facultad de la Cultura de la Universidad CLAEH y Comunicador Social. Desde el año 2009 trabaja en la gestión de artes escénicas, particularmente en danza contemporánea, realizando varias giras por el interior del país. Gestionó proyectos culturales tanto en la órbita pública como privada. Miembro fundador y Ex Vicepresidente de la Red de Gestores Culturales del Uruguay. Actualmente se desempeña como Asistente del Decanato en la Facultad de la Cultura de la UCLAEH, es tutor de proyectos de egreso en la Tecnicatura en Gestión Cultural de la Facultad de la Cultura y forma parte del equipo de investigación que realizó el estudio sobre los públicos del Ballet Nacional del Sodre.

Leave a Comment.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.