Educación y cultura: fórmula por descubrir

[symple_divider style=»solid» margin_top=»5″ margin_bottom=»5″] Foto Bicentenario Uruguay
Por Jocelyn Burgardt

 

Tanto la educación como la cultura son cimientos para la vida de las personas, hacen parte de las necesidades básicas, fortalecen la construcción de valores y son las herramientas de aprendizajes para afrontar y actuar en el mundo en el que vivimos.

A través de la educación aprendemos a conocernos y a comprendernos para así aceptarnos tal cual somos. Envueltos en nuestras raíces, costumbres, pensamientos y maneras de actuar. Sí logramos este desafío, seremos capaces de aceptar al otro y viviremos en el mundo de la diversidad.

La educación promete crear personas empáticas, nos hace capaces de desarrollar esta capacidad; una cualidad que asemeja a una utopía. Una utopía porque muchas veces tenemos ciertas dificultades al momento de ponernos en el lugar del otro, no invertimos las situaciones lo cual nos permitiría una mayor comprensión social. De esta manera, debemos ser conscientes de saber dónde estamos parados y en qué realidad estamos inmersos porque así tendremos la oportunidad de crear nuevos horizontes.

Como objetivo principal, la educación quiere hacer de nosotros, ciudadanos fuertes y capaces de vivir y convivir en sociedad. Detrás de esto, existe un gran trabajo de valores que nos ayudan en la construcción de la personalidad y en los ideales de mujeres y hombres libres de pensamientos y actitudes. Gocemos del derecho de elegir en el mundo que queremos vivir y actuemos con inteligencia y perseverancia en conseguirlo, dejemos el individualismo y apostemos a una revolución grupal.  

Sí logramos explorarnos a nosotros mismos, tendremos en nuestras manos la llave para descubrir el mundo tal cual es, el mundo real. La realidad como construcción social; el ser humano en sociedad va generando desde su subjetividad hechos objetivos que hacen a esa realidad, y al ser una construcción social la realidad podemos transformarla según valores e intenciones que prevalezcan en nuestra cultura. Es un derecho de todos vivir en este mundo lo cual generalmente lo hacemos demasiado complejo, sin darnos cuenta que el tesoro está en las cosas simples de la vida. Conocer este camino nos va a permitir estar en un buen punto de partida.

¿Por qué pensar la cultura en la educación?

Porque la educación nos enseña a convivir en sociedad y la sociedad está compuesta por ciudadanos diversos que están construidos por diferentes valores, creencias, pensamientos, actitudes. La educación es el proceso de socialización del individuo; es donde se materializan las habilidades y donde se van produciendo los cambios en la maduración de la persona. Actualmente podemos hablar de una educación continua, esto quiere decir que no se limita a solamente cuando somos niños o jóvenes sino que está presente a lo largo de toda la vida. Es quien es capaz de incentivar la imaginación creadora y a todas las formas de expresión y de comunicación. Favorece al crecimiento y desarrollo en la integración, en las desigualdades, en los sentimientos, en los hábitos.

Quizás pensamos que esto ya está incorporado socialmente pero con certeza queda mucho por aprender y sobre todo por hacer. Reflexionemos sí realmente la cultura hace parte de la educación en nuestro entorno, un gran desafío a nivel global. Los grandes problemas no están solamente en el ámbito informal, sino que en el ámbito formal porque se está descuidando lo básico. Por ejemplo, el vínculo del maestro con la alumna o el alumno; muchas veces minimizamos su trabajo, en la actualidad este rol está siendo desdibujado, pero no olvidemos que es un rol inspirador en la vida del educando. Cada una de las enseñanzas del maestro es para toda la vida y perduran en el tiempo. Hay un maestro para muchos alumnos pero para el alumno hay solo un maestro, aquel que nos dio lo básico pero esencial para desempeñarnos en la vida.

Fórmula educación-cultura

La cultura en la educación permite a los niños y niñas trabajar en sus destrezas y habilidades. Como educadores, debemos salir de la zona de confort y apostar a nuevas técnicas de trabajo. Seamos capaces de hacer énfasis en las habilidades de cada alumna y alumno, incentivarlos a qué ellos se descubran y sepan cuál es su talento para así enfocarse en ello. Pero sobre todo, llevemos este proceso con continuidad y progreso para que se puedan ver los resultados.

Según J.Delors (1996), la educación nos permite aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a transformar. Para ser parte de la sociedad y vivir activamente debemos trabajar en estos conceptos. Desarrollarlos y sobre todo llevarlos a la práctica, que los proyectos no se queden en vagas ideas, sino que se realicen y prosperen en cada una de las sociedades. Cada proyecto debe ser pensando de acuerdo a su dimensión para así dibujar las perspectivas. No olvidemos que cada lugar se caracteriza por diferentes factores y esto hará que cada idea sea única No podemos pensar en el futuro si no pensamos en la realidad, si no nos abstraemos y somos capaces de ver qué pasa hoy. Cuando estemos inmersos en esta realidad, pensemos en proyectos aventureros, que sueñen con niños y niñas solidarios, empáticos, de corazón abierto, respetuosos y capaces de relacionarse y aceptarse con el otro en cualquier circunstancia de la vida.

La educación es la vida eterna de la cultura, pensemos y actuemos para vivir en ideales de paz, libertad y justicia social, hagamos realidad este desafío, aprendamos a vivir en armonía, a lograr un diálogo pacífico, salgamos del cinismo y de la resignación y adoptemos otra postura. Trabajemos en crear lazos invencibles con nuestras pertenencias, con nuestro lugar, tradiciones que nos hacen ser lo que somos. Sintámonos propios de nuestra tierra y hagamos de ese lugar el mundo que soñamos.

Frente a los problemas, reaccionemos de otra manera: en la mayoría de los casos que nos enfrentamos a ellos queremos soluciones rápidas, no somos pacientes, y quizás esos problemas requieren un tiempo de trabajo, diferentes estrategias, para esto también debemos ser personas autocríticas. Todo esto sería más fácil si realmente apostamos a la educación, solamente de pensar que es ahí donde vamos armando nuestras armas, nuestros escudos nos tenemos que animar a dar el paso. La educación nos enseña a arriesgarnos, porque nos ha mostrado lo mágico que es aprender y sentir el gusto por hacerlo. Seamos capaces de crear un espíritu nuevo, la educación permite ordenar las diferentes etapas, preparar las tensiones, diversificar y valorizar las trayectorias. Si nutrimos las habilidades y capacidades de todos nuestros niñas y niñas estamos en una posición de superar los miedos y de afrontar cualquier tipo de riesgo que se aparezca. La educación enriquece la cultura y es uno de los factores que más influye en el progreso y avance de las personas y sociedades; ayuda a respetar la identidad y a aceptar la diversidad. Debemos adecuarnos a los nuevos tiempos donde todo parece más difícil pero es una gran batalla que vale la pena vivirla. La cultura es un bien exclusivo del hombre y de la mujer que iguala a los individuos y al mismo tiempo los hace diferentes entre unos y otros aumentando así la riqueza que el ser humano compone. La cultura es la suma de todas las formas de arte, de amor y de pensamiento y ésta con el tiempo ha permitido al ser humano ser más libre. Esta fórmula: educación y cultura pretende formar a los hombres y mujeres para la vida en sociedad.

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Jocelyn Burgardt

Nació en Bella Unión, Uruguay y actualmente reside en París, Francia.

Es Licenciada en gestión cultural en la Facultad de la Cultura de la Universidad CLAEH.  Tiene el post grado de educación y cultura en universidad de Girona (España). Actualmente cursa el post grado de relaciones culturales internacionales de la universidad de Girona (España).

 

 

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